Las velas, el elemento impulsor de la embarcación
La navegación a vela es la manera que muchos entienden como la más perfecta para navegar de forma libre y eficiente. Se trata de la forma más natural de hacerlo, ya que se conjuga la fuerza de la naturaleza y la pericia del navegante para conseguir que la embarcación realice esa travesía que es está deseando realizar.
Las velas son el elemento que permiten alcanzar la velocidad y la maestría necesaria para hacer que la embarcación se desplace hacia el lugar y manera elegida, por lo que a través de los siglos han ido cambiando y evolucionando para convertirlas en algo cada vez más perfecto.
Desde la época de los egipcios, se conoce un tipo de vela llamada redonda o cuadra, una vela de forma trapizoidal. Sus lados reciben el nombre de grátil, el borde superior, pujamen o batidero el inferior y caídas los costados. El grátil va unido a la verga, aunque no va enrollada a ella. Para funcionar correctamente es preciso que esté completamente abierta.
Si se utilizan dos escotas cogidas en las empuñaduras se aumenta la velocidad y permite que sea la vela la que busque el viento para desplazarse. Los buques que montan estas velas son adecuados para navegar por aguas poco profundas y funcionan bien cuando el viento procede de una marcación de popa cerrada. Si el viento sopla por el través o la proa del través resulta totalmente ineficaz.
La vela latina llegó más adelante, cuando los romanos y bizantinos desarrollaron una vela triangular, cuya forma semejante a un cuchillo le valió este nombre o vela latina. Este tipo de vela se enverga en un madero que sostiene la entena (como también se llama a la vela). Para tener mayor dimensión se pueden utilizar dos maderos, llamados perchas. La entena es solidaria a una driza a través de un estrobo, que a su vez está unida a un aparejo diferencial unido a la borda del barco, gracias al que se puede izar o arriar de la troza.
Pero el aparejo más común en las embarcaciones de recreo es el aparejo marconi, que tiene su origen en el diseño que realizó el ingeniero italiano para sostener los postes telegráficos. La vela, en cambio, tiene su origen en las Islas Bermudas. Es la que permite navegar recibiendo el aire desde cualquier marcación, excepto desde proa y se puede navegar con ella teniendo solo unas pequeñas nociones de navegación a vela.