Navegar a vela: algunas nociones para estar preparado
Navegar a vela es una de las actividades más gratificantes que se pueden realizar. Sentir el viento en la cara mientras te desplazas por el mar aporta una sensación estupenda que te lleva por sendas donde te enfrentas en soledad a la naturaleza. Pero para salir a navegar hace falta conocer algunas nociones, aunque disfrutes de la actividad acompañado por un monitor que sí conozca cómo hacerlo y no estés al timón del velero.
El motor de este tipo de embarcaciones es el viento, que transmite su empuje hasta las velas, y de ellas al casco a través de las jarcias. Por este motivo, el barco se mueve hacia adelante gracias a la acción de esta combinación. Las velas capturan el empuje del viento y deben de estar colocadas en un ángulo que muevan al barco hacia el rumbo elegido. La forma ideal de una vela es la del ala de un avión, aunque esta forma es extremadamente complicada de reproducir con tela.
Por este motivo, el material con el que se fabrican tiende a ser más rígida y busca aprovechar sacar el mayor rendimiento a la acción del viento. En cuanto al casco, este ha de ser más largo que ancho y buscando la mejor forma para poder vencer la resistencia del agua. Una embarcación que tenga una forma inadecuada puede ver ralentizado su avance a la hora de navegar. Hay que diferenciar un barco movido por velas de uno por motor, ya que la acción del viento y la del motor tiene efectos distintos en la embarcación.
Si se navega con viento al través, es necesario que el barco presente una resistencia al agua para evitar que se varíe el rumbo. Por ese motivo, las embarcaciones cuentan con una quilla, que puede ser fija, situada en el centro del casco o una orza móvil, que se mueva y permita actuar sobre ella. En cuanto al timón, este ha de presentar un ángulo muy pequeño con respecto al rumbo. Si al navegar se ha de abrir este ángulo, indica que algo no está bien y que se ha de corregir el ángulo de las velas para obtener la máxima eficiencia al avanzar.
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